Cristina Wargon visitó La Colorada en Agosto del 2007 para apoyarnos solidariamente en circunstancias personales adversas. Sus aventuras en la Finca se reflejaron inicialmente en un desopilante relato que hizo en el programa de Radio que integra. Uno de los hechos más notorios del evento fue haber olvidado su cámara fotográfica digital en medio de la quinta, mientras recogía chauchas para preparar la un exquisito plato polaco heredado de su abuela. Después de una búsqueda extenuante dentro de la casa, finalmente la cámara fue encontrada en la quinta. Había sucumbido bajo las ruedas de “El petiso” el tractor rojo, del año ’60. Extractamos algunos párrafos de un intercambio epistolar.
Es un sueño colgado en la montaña de dos intelectuales que huyeron de Buenos Aires y viven en La Finca La Colorada, que es el soporte para lo que pueda necesitar cualquier inquilino de esas dos cabañas.
La Colorada tiene mas de cien años y adentro no se cuantas estufas a leña y ni cuantos miles de libros. En el parque pasean ovejitas, solo de adorno porque a mi amiga le encantan y ya hacia el arroyo que la circunda, hay un galpón cubierto de flores ( es casi trópico) donde siempre hay paisanos adornando sus caballos de carrera con lo que desfilan por cada DIA de la Virgen (y hay como miles en Jujuy) desde nuestra estricta mirada de porteños, se rascan, aunque es probable que mi amiga contestara que" le dan de comer a las ovejitas", quienes también se rascan dado que ni lana le sacan. También tenes un huerto, para la familia, donde murió mi cámara de fotos ( me la piso un tractor) y kodak no reconoce ese tipo de accidentes. Y por supuesto palmeras centenarias, e hilos de agua por doquier
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Es probable que adentro de al finca te encuentres con una fauna increíble, estudiantes francesas, totalmente parisinas que hablan en su idioma con mi amiga, a amables eslavos que no se bien que hablan pero que son amigos de un amigo, que a su vez les habló de La Colorada y de que allí habrían de tener cama y comida, solo por tocar la puerta (timbre no hay por supuesto). Ahora hicieron a pocos metros con sus propias manos, estas dos cabañas, como emprendimiento económico, pero, conociéndolos sospecho que terminaran prestando plata a sus huéspedes.
Bueno, me entusiasmé, pero cuando estuve me sentí tan cerca del paraíso...
Buenos Aires, 5/12/09